jueves, 15 de abril de 2010

Me pudro en un intento estúpido de volver a salir a flote. Me marchito poco a poco y no lo entiendo. Los mismos errores, los mismos fallos año tras año y el mismo desenlace. Te miras al espejo preguntándote "cómo puedes ser tan jodidamente estupida" y sabes que eres capaz de tragarte todo el orgullo que tengas sólo por aquello que sientes. Y no te importa. Nadie te lo pide, pero lo haces, porque quieres hacerlo. El corazón se encoge y escupes a tus malditos sueños porque puede que ya no vuelvan. Y sientes miedo. Un escalofrío tan grande que te hace replantearte demasiadas cosas. Todavía no aciertas a comprender el objetivo de tu vida cuando estropeas aquello que más te importa. Sea o no normal. Y miras a la luna, y siempre está ahí, pero esta vez te mira desafiante y una voz interior te machaca y te pule, porque has sido vos y sólo vos quien lo ha arruinado. Intentas ser fuerte, racional, pero las lágrimas fluyen y los sentimientos te desbordan, y no puedes evitarlo, y ni siquiera quieres porque eso te hace sentir mínimamente humana. Las ilusiones te hacen daño porque son de tu propia fantasía y no puedes luchar contra ella. Siempre vencerá. Recuerdas. Y vuelves a tener miedo. MIEDO. MIEDO. MIEDO. MIEDO. Auténtico pánico, incluso por escribir y la posterior reacción. Aunque lo necesites de verdad. Te ahogas en un suspiro y en un vaso, pero no de alcohol, sino de tus propias lágrimas. Intentas calmarte y no puedes, porque quieres hablar, quieres dar marcha atrás. Y te miras desde fuera y te das auténtica pena, y asco. Porque te has convertido en una sumisa de tus sensaciones, y no te importa. Y vuelves a sentirte débil. Y sin nada de ganas de nada. Lo miras todo, y lo recuerdas todo, otra vez. Y las lágrimas son ácidas y caen lentamente perforándote. Y vuelves a recordar el porqué de tu puto miedo. Una página que quizás jamás debiste visitar ni por curiosidad, que te hizo dudar momentáneamente. Una mirada y una sensación de anhelo que percibiste que tal vez no era cierta. Pero todo se va a la mierda, como siempre, y sigues siendo la única culpable. Aunque sigues escribiendo. El dolor de cabeza que vos mismo te has creado te está taladrando las sienes, y te da igual. Te da igual si eres cursi, romántica. Te da igual que si te desbordas, si lo intentas dar todo, aunque no puedas. Pero todo se ha ido a la mierda, otra vez.
Y sólo te queda un consuelo, el de un amigo, demasiado fiel, que es el miedo, pues nunca se irá con otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario